PETRO y la indignación ciudadana José Miguel Sánchez Educador popular
Las izquierdas colombianas se visten con ropajes que van desde la modernidad, como las expresadas en la Constitución de 91, hasta con harapos corruptos sólo imaginables en la pre-modernidad política de Alibaba y sus cuates.
A guisa de ejemplo: Gustavo Petro, secundado por Carlos Vicente de Roux, inspirados en los postulado éticos de la Carta Magna, abrieron al interior del Polo una discusión frente a los procedimientos espurios esgrimidos por los delfines de la Casa Rojas que asaltaron el erario de Bogotá en la actual administración. En el PDA el espíritu de cuerpo de la dirección les fue esquivo y migró de la mano "zurda y pura" al botín burocrático del Palacio Lievano.
Semejante exabrupto político de la "zurda y pura", incapaz de aplicar los mínimos éticos de los estatutos del Partido, llevó a que el PDA sea la compañía electoral menos deseada en la Capital, de paso arrastrando a una izquierda que ve su legado histórico, épico y ético camino del basurero Doña Juana.
En tiempos de globalización y bajo los efectos de las tecnologías de información y comunicación asumir posiciones centralistas es un anacronismo mandado a recoger. Pero los hechos constatan que el salto cualitativo más significativo para ser Gobierno, la izquierda lo dio ganando en las dos administraciones anteriores a la Alcaldía de Bogotá que en vez de redundar en el fortalecimiento de la izquierda la llevan al borde de la desaparición: un paso adelante y dos atrás. Sin embargo, la única apuesta que tiene la izquierda de erigirse de nuevo en una propuesta deseable y respetable en el país es recuperar para ella misma la Alcaldía de Bogotá, administrada por samperistas y uribistas durante el Gobierno de Lucho y Samuel.
Las encuestas muestran hoy que si las elecciones fuesen este domingo Gustavo Petro sería el próximo alcalde de Bogotá. Semejante generosidad bogotana, que reconoce la valentía ética como principio político, amerita de los Progresistas una práctica electoral que muestre coherencia en el equipo que le acompaña para que se traduzca en un mensaje de confianza.
Este mensaje pasa por no dejar al garete la lista al Concejo que acompañará a Petro en la lid electoral y deberá defender en cabildo distrital el proyecto que los "progresistas" le proponen la ciudad.
No dejar al garete significa no aventurar una lista abierta, y por el contrario apostar con una lista cerrada al Concejo, integrada por hombres y mujeres que en su pasado hayan demostrado ser incorruptibles y encarnen en lo político un programa que haga de Bogotá un ciudad humana segura, moderna, en últimas, sin segregación.
Lista al Concejo, que sin duda, debe encabezar Carlos Vicente de Roux. Los tiempos son muy cortos y la estrechez del mismo juega por primera vez a favor de tomar una decisión que simultáneamente es ética, política y pragmática.
Edición N° 00262 – Semana del 8 al 14 de Julio de 2011
A guisa de ejemplo: Gustavo Petro, secundado por Carlos Vicente de Roux, inspirados en los postulado éticos de la Carta Magna, abrieron al interior del Polo una discusión frente a los procedimientos espurios esgrimidos por los delfines de la Casa Rojas que asaltaron el erario de Bogotá en la actual administración. En el PDA el espíritu de cuerpo de la dirección les fue esquivo y migró de la mano "zurda y pura" al botín burocrático del Palacio Lievano.
Semejante exabrupto político de la "zurda y pura", incapaz de aplicar los mínimos éticos de los estatutos del Partido, llevó a que el PDA sea la compañía electoral menos deseada en la Capital, de paso arrastrando a una izquierda que ve su legado histórico, épico y ético camino del basurero Doña Juana.
En tiempos de globalización y bajo los efectos de las tecnologías de información y comunicación asumir posiciones centralistas es un anacronismo mandado a recoger. Pero los hechos constatan que el salto cualitativo más significativo para ser Gobierno, la izquierda lo dio ganando en las dos administraciones anteriores a la Alcaldía de Bogotá que en vez de redundar en el fortalecimiento de la izquierda la llevan al borde de la desaparición: un paso adelante y dos atrás. Sin embargo, la única apuesta que tiene la izquierda de erigirse de nuevo en una propuesta deseable y respetable en el país es recuperar para ella misma la Alcaldía de Bogotá, administrada por samperistas y uribistas durante el Gobierno de Lucho y Samuel.
Las encuestas muestran hoy que si las elecciones fuesen este domingo Gustavo Petro sería el próximo alcalde de Bogotá. Semejante generosidad bogotana, que reconoce la valentía ética como principio político, amerita de los Progresistas una práctica electoral que muestre coherencia en el equipo que le acompaña para que se traduzca en un mensaje de confianza.
Este mensaje pasa por no dejar al garete la lista al Concejo que acompañará a Petro en la lid electoral y deberá defender en cabildo distrital el proyecto que los "progresistas" le proponen la ciudad.
No dejar al garete significa no aventurar una lista abierta, y por el contrario apostar con una lista cerrada al Concejo, integrada por hombres y mujeres que en su pasado hayan demostrado ser incorruptibles y encarnen en lo político un programa que haga de Bogotá un ciudad humana segura, moderna, en últimas, sin segregación.
Lista al Concejo, que sin duda, debe encabezar Carlos Vicente de Roux. Los tiempos son muy cortos y la estrechez del mismo juega por primera vez a favor de tomar una decisión que simultáneamente es ética, política y pragmática.
Edición N° 00262 – Semana del 8 al 14 de Julio de 2011
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